En su breve discurso, difundido en directo por la televisión rusa, Putin señaló que, pese a las advertencias de Moscú de que permitir el empleo de sus armas de largo alcance sería cruzar la enésima línea roja y que eso no quedaría sin respuesta, confirmó que el 19 de noviembre Ucrania lanzó su primer ataque con cohetes estadunidenses ATACMS, seguido el 21 de noviembre, de un golpe combinado con Storm Shadow británicos, que indicó “no alcanzaron su propósito” y tampoco causaron mayores daños.
Tras insistir en que Ucrania no tiene la capacidad de usar por sí sola las armas occidentales de largo alcance, subrayó que Rusia se reserva el derecho de atacar con igual tipo de armamento los países que consideran posible atacarla con sus misiles, y si persisten en ello, no dudaría en hacerlo de modo asimétrico, dando a entender que podría recurrir a su arsenal nuclear.
Después de elogiar las cualidades de sus misiles atómicos, que “son imposibles de detectar por los sistemas de defensa antiaérea occidentales”, el mandatario ruso afirmó que, en respuesta a los ataques de EU y sus aliados, Rusia llevó a cabo este jueves, a temprana hora, la prueba de un novedoso misil balístico de medio alcance, sin sus componentes hipersónicos ni ojivas nucleares, contra uno de los consorcios de fabricación de armas más famosos desde la época soviética en la ciudad de Dnipró, el cual quedó –según sus datos– “completamente destruido”.
Dijo que ese misil es uno de los más modernos del arsenal nuclear ruso y que sus fabricantes lo bautizaron como Orieshnik (que literalmente significa “mata de avellanas” que desde épocas inmemoriales se dice que protege de todos los males).
De esta manera, Putin desmintió a su colega ucranio, Volodymir Zelensky, que aseguró este jueves que Rusia, al lanzar durante la madrugada un ataque contra la ciudad de Dnipró, utilizó por primera vez en lo que va de guerra un misil intercontinental RS-26, bautizado como Rubezh (Hito), posibilidad que puso en duda el Pentágono estadunidense que sostenía que se trató de un misil balístico, extremos ambos que, antes de que se difundiera el mensaje del presidente de Rusia, los portavoces rusos del Kremlin y la Cancillería no quisieron confirmar ni desmentir.
La fuerza aérea de Ucrania, mediante un comunicado, informó que Rusia atacó la ciudad de Dnipró, donde en los tiempos de la Unión Soviética se fabricaban los misiles de su arsenal, con un cohete intercontinental RS-26, un balístico Kinzhal y seis misiles de crucero X-101.
Aparentemente, se pudo derribar todos los X-101 y los otros dos “no causaron grandes daños”, en tanto el alcalde de Dnipró, Boris Filatov, afirmó que, como resultado del ataque nocturno, dos personas resultaron heridas, una empresa no identificada sufrió la “destrucción parcial de uno de sus edificios” y se desataron dos incendios.
Con este balance, para los expertos, es obvio que el RS-26 no llevaba ninguna de la seis ojivas nucleares que puede portar e incluso podría llevar una cabeza de prueba sin explosivos o con una carga menor, siendo su tamaño –12 metros de largo y unas 50 toneladas de peso– suficientes para causar al caer los daños que reportó Filatov.
Al ser el Rubezh un cohete de rango intermedio, no más de 6 mil kilómetros de autonomía, diseñado para alcanzar blancos en la parte occidental de Europa, no tendría mucho sentido militar usar uno tan cerca como está Ucrania, tener que dispararlo a 998 kilómetros de distancia desde Astracán, entre el río Volga y el mar Caspio y, además, habiendo otras opciones menos costosas que también pueden llevar ojivas nucleares, los misiles Iskander y Kinzhal.
Por este motivo, los especialistas del Pentágono, citados de forma anónima (para variar, aunque se está haciendo costumbre) en numerosos medios de comunicación, se inclinaban a pensar que Rusia utilizó no un RS-26, sino uno balístico, como en efecto sucedió al confirmarlo Putin.
Antes, ni el vocero del Kremlin, Dimitri Peskov, ni la portavoz de la cancillería, María Zajarova, quisieron aclarar este jueves si se trató de un misil intercontinental.
El primero, simplemente, dijo que no tenía ningún comentario que hacer. Y la segunda, incluso exageró un poco al interrumpir su briefing semanal por una llamada a su celular de un desconocido –es de suponer que alguien de mayor rango que ella– para que todos los reporteros escucharan, como si fuera por un descuido, la tajante orden: “No confirmes nada”, como se pudo ver y escuchar en una video que dio la vuelta en las redes sociales rusas.